Si miro hacia atrás, me doy cuenta de que antes era mucho más abierta a compartir mi vida, mi trabajo y mis procesos en redes sociales. Con el tiempo, distintos factores me llevaron a resguardar mi privacidad. Cambios personales profundos, relaciones que se transformaron, entornos que ya no encajaban. Todo eso me impulsó a replegarme hacia adentro.

Necesitaba un espacio seguro para crecer. El silencio de lo privado fue mi refugio. Aislarme permitió protegerme a mí, a mi intimidad y también a mis relaciones. Encontré consuelo al alejarme del mundo digital y enfocarme en la vida real: en sanar, en vivir, en cuidar lo que más valoro. Tal vez me aislé más de lo necesario, pero ese aislamiento fue medicina. Me permitió reencontrarme conmigo misma y comenzar a disfrutar de la nueva vida. que estaba y estoy viviendo.

Pasé de vivir en Temuco a mudarme a Pucón, y luego a una parcela. Vivir en Pucón ya es alejarse del ritmo de una capital, pero la vida en la parcela es otra dimensión. Despertar y ver correr conejos, escuchar a los pájaros, observar cómo se mueven las hojas con el viento y recibir la mirada insistente de mis perros pidiendo su paseo matutino. Así es: perros. Pasé de no tener ninguno a hacerme cargo del que tenía en una relación anterior, y luego adopté a una perrita que abandonaron en la parcela.

Nada de esto fue repentino. Desde la pandemia, mi vida se fue transformando de forma natural. Me enamoré del silencio, de la tranquilidad de estar en casa, de compartir con mis padres. Claro que extrañé a mis amistades de toda la vida de Temuco, y no fue fácil hacerme un espacio en este nuevo entorno. Pero lo logré. Formé un grupo de amigos, encontré mi lugar en el gimnasio, como lo hice antes en Aberystwyth, Temuco, Santiago, Seattle y ahora en Pucón. En ese sentido, y en muchos otros, estoy profundamente agradecida del mundo de las artes marciales. Me ha dado seguridad, fuerza, pertenencia y mucho más. Aunque sentía que faltaba algo: ese vínculo femenino, ese nido de contención emocional entre mujeres.

Hoy, en 2025, siento que tengo todo.

Quiero volver a compartir con ustedes. Recuperar la confianza para abrirme otra vez al mundo. Mostrar mi trabajo, mis emociones, mis procesos. Si tengo algo para entregar, quiero hacerlo desde la autenticidad.

En lo laboral, solo tengo palabras de gratitud. A pesar de no haber estado tan presente en redes, siempre he tenido su apoyo, sus pedidos, su confianza en mi trabajo. Además, mi vida se complementa con los gimnasios: entrenar me ha dado salud, amigos, pareja y también oportunidades laborales. Llevo nueve años como artista y en las artes marciales. Ambas son, sin duda,  de las mejores decisiones que he tomado.

2025 es, para mí, el año de volver a abrirme. No por necesidad, sino porque hoy confío en lo que soy y en lo que he construido.

Hoy comienza un nuevo proyecto: este blog. Algo que quise hacer desde hace tiempo y que, de hecho, ya había iniciado cuando vivía en Temuco. Creo en el valor de compartir el viaje, el cómo llegué hasta aquí, porque tal vez alguien ahí afuera necesite esa historia para encontrar su propia fuerza.

Los próximos posts podrán hablar de los desafíos de ser independiente y creativa, de mis paseos, experiencias, emociones, inquietudesm inspiraciónes, procesos y proyectos en desarrollo. Quiero compartir todo lo que forma parte de mi día a día y de mi labor, tanto en lo artístico como en lo humano. Que este blog sea un espacio para documentar el camino, y tal vez, para acompañarnos.

 

Gracias por leer. Si esto te resonó, puedes compartirme tu historia por alguna de mis redes. Nos leemos pronto.

Instagram: https://www.instagram.com/isa_dorean_art/
Whatsapp: +56947084211
correo: [email protected]